miércoles, 31 de octubre de 2012


LA SOCIEDAD, LA VIOLENCIA, EL ABUSO ANIMAL, LA EDUCACIÓN Y LA URGENCIA DE UN MODELO ALTERNATIVO.


Francesca Gargallo Celentani

Ciudad de México, 24 de octubre de 2012

Hay entre la violencia contra los bosques y los animales y la violencia social un nexo complejo construido por la formación a la rudeza y a la imposición, implícita en un sistema educativo formal e informal que niega la diferencia sexual -y elabora sobre esta negación la discriminación. La simple intuición que  un equilibrio social y ecológico es imposible si se sostiene la actual destrucción ambiental, el maltrato animal y la violencia entre las personas, las naciones y los grupos sociales hace urgente explicitar el vínculo educativo que subyace a la creencia que el ser humano no es sexuado, no es animal y no tiene responsabilidades con la tierra, y por ende puede creerse dominante sobre lo que relega al espacio de la sexuación, las mujeres, al espacio de lo que se niega de sí, la animalidad, y al espacio que familiariza y garantiza el derecho a la expoliación sin fin del mundo vegetal y mineral. Volver explícita esta relación es el primer paso para destejerla y desaparecerla en una nueva forma de relacionarse con la vida y su riqueza.
Hace más de dos siglos que Jean Jacques Rousseau nos dijo que todo educa, así que no puede culparse a la escuela de enseñar la violencia si no se reconoce que no hay educación formal que no esté inserta en una sociedad, un espacio físico y un sistema de relaciones que también educan. Educan los prejuicios, las supersticiones, el cine, las religiones, la publicidad y la burocracia. Educan los padres competitivos, las madres que exigen buenas notas sin preocuparse por analizar los contenidos de las materias junto con sus hijas e hijos, el desinterés hacia el prójimo, la patada al perro que se nos atraviesa por la mañana, el burro amarrado a pleno sol, el compañero de escuela que arranca una planta por puro divertimiento. Educa la imposibilidad de ser atendidas al ir a poner una denuncia por violencia intrafamiliar o por robo en plena calle, cuando no por asesinato. Educan los permisos a las mineras a cielo abierto cuando la población de un pueblo, un valle, una montaña o una ciudad se enferma por el cianuro en el agua y los residuos pesados en el aire. Educa el lenguaje que hablamos y que conlleva ideas, confusiones y conceptos que se cristalizan y fortalecen al ser usados para descalificar lo que no se identifica con un modelo inexistente de bienestar o de ser humano. En el lenguaje educan los insultos, que en la mayoría de los casos vuelven a ser incitaciones a la violencia y propugnan que el o la insultada se sienta ofendida y se desquite con aquello con que ha sido identificada en el insulto. A fuerza de decirle burro a un niño que va mal a la escuela se expone al burro a ser maltratado por ese niño. ¡Animal! contra una empleada que se ha equivocado hará que ella patee o no ponga cuidado al gato que se le atraviesa. La repetida mención a la madre en los insultos contra enemigos políticos y personales, descalifica el valor del trabajo de reposición de la vida y el valor del cuidado de la mitad de la población mundial, las mujeres.
Esta educación al desconocimiento de los derechos y los valores de lo que se considera otro de sí,  en el caso de los animales es acompañada de mensajes pretendidamente científicos que aseguran su insensibilidad y su falta de discernimiento e inteligencia. De otra forma sería imposible concebir como normales, cuando no “naturales”, a las carnicerías y a las granjas de cría de pollos, puercos y ganado mayor. Ni hablar de la crianza de animales cuyo fin, según los humanos, es el de ser despellejados para proporcionar sus pieles a la industria de la moda y el calzado.
Como escritora feminista y como filósofa con 25 años de experiencia docente a la espalda, la tarea de despertar una conciencia crítica a mi alrededor ha sido tan desgastante como enriquecedora. A pesar del enorme aparato educativo informal que nos rodea, y que sostiene todas las obstinaciones del sistema acerca de una jerarquía inamovibles que desciende del portador de todos los derechos –un inexistente e hipostasiado hombre blanco, rico, sano, culto y heterosexual- a las mujeres, sobre todo si racializadas y pobres, los animales, los árboles, la tierra, el agua, los cerros; a pesar de ello, reconozco haber interactuado en aula con personas de ambos sexos que han llegado a sostener que la existencia de un privilegio conlleva necesariamente la negación de un derecho. Y que lo que queremos construir es un mundo justo, donde la justicia se viva cada día en nuestras relaciones personales, sociales, económicas y políticas.
En relación con los animales, el privilegio humano de comer carne se erige sobre la descalificación del animal de cría como ser con derecho a la vida. Claro, la cría misma es una negación del derecho a la circulación, la reproducción y la vida de los animales en su entorno natural. El privilegio humano de producir papel, implica la negación del derecho del bosque a respirar de una forma complementaria a la de los animales, ser humano incluido. Mientras no se enseñe a la humanidad qué significan en términos de explotación mineral, del trabajo y de las aguas sus computadoras y teléfonos celulares, no se podrá tener una exigencia política de que duren muchos años y no se desechen cada dos para que el mercado siga funcionando.
Pensemos en el privilegio que da la concepción de tener una cultura o, mucho más, de producir arte. Se trata de conceptos: cultura y arte no existen en sí, son nociones que se obtienen a partir de elaboraciones de lo que tiene o no tiene valor para un grupo de personas dominantes. Las peleas de gallos, las corridas de toro, las carreras de galgos, la cacería más elaborada, como la cetrería, los combates de perros, son formas de educación a la violencia que adquieren en diversas culturas el nombre de arte. Durante la edad media, la educación de un hombre noble en Europa implicaba el saber descuartizar con elegancia un animal recién cazado. El rey de Sicilia, Federico II, escribió a principios del siglo XIII el segundo libro en mi lengua después del poemario de Ciullo D’Alcamo, precisamente un tratado de cetrería. El mítico personaje de Tristán es reconocido como sobrino del rey porque sabe partir un venado recién cazado, en la versión del Tristán e Isolda de Gottfried von Strassburg. Todavía hoy en día las decadentes aristocracias europeas educan a sus hijos en festines que se realizan alrededor de cacerías al venado, el jabalí o el zorro. Piensen en el ridículo que hizo el rey de España hace unos meses cuando fue a cazar elefantes en África durante una de las peores crisis económicas por la que ha atravesado recientemente su país. Todo ello responde a una identificación de la masculinidad con la posibilidad de dar muerte y la posterior identificación de la clase dominante con la masculinidad entendida como el ámbito del valor, de la actividad y de la dominación de lo considerado inferior (sexo, clase, pueblo, naturaleza).
Por supuesto no se puede dar muerte a iguales. La mayoría de las religiones y estados lo prohíben, a menos que uno no se rebaje a una condición de inferioridad cometiendo un delito. Es casi un imperativo construir como diferentes a los seres a los que se pretende matar. Pensemos en cómo se define a un enemigo, por ejemplo. Todos los esfuerzos de la prensa, la televisión, la literatura, el cine, el derecho positivo convergen para hacer del enemigo públicamente enunciado como tal, alguien no igual, eso es, un ser no propiamente humano, un casi animal. Por otro lado, no olvidemos que todos los grupos mercenarios, paramilitares y delincuenciales que han hecho de la muerte su modus vivendi, entrenan a sus jóvenes reclutas haciéndoles matar animales -en ocasiones animales queridos, el propio gato, el perrito de la familia vecina, los pajaritos de la tía- para que pierdan sensibilidad y compasión por la vida de un ser sufriente. La industria del entrenamiento militar y la experimentación psicológica por motivos bélicos también ensayan su violencia volcándola a la muerte de animales: delfines que lloran al ser alcanzados por las balas, cabras que emiten balidos desesperados cuando se sienten trozadas por una granada o al reconocer los cuerpos heridos de sus crías, camellos y asnos que rebuznan su dolor al pisar minas antihumanas, son escuchados por conscriptos que se van endureciendo en los ejércitos de todo el mundo. La pérdida de la conciencia ética no es natural, los hombres (y en menor medida las mujeres que se les quieren igualar) que se ven obligados a traspasar el límite del respeto a la vida, adquieren una costumbre social de justificación ante el uso de la violencia.
Igualmente actúan los y las químicas, biólogas, genetistas que experimentan en cosmética, la industria que contabiliza el 80% de la investigación no militar en el mundo. La filosofía debería estudiar más a fondo la relación que existe entre la violencia extrema y la estética, pues ¿cómo considerar moral que se nos ofrezca como bello algo que tiene que ver con el dolor de las cobayas expuestas a ensayos que las orillan a una lenta y dolorosa muerte? La moda para los sectores más ricos de la sociedad también refleja el valor agregado que tiene para ellos la muerte. Pieles, cueros y plumas no sólo son carísimos sino significan el desprendimiento de la parte sensible de quien tiene que triunfar sobre las demás personas para mantener su prestigio social.
Arrasar bosques es todavía menos reconocible como elemento de guerra contra la vida; sin embargo, no hay guerra que no haya deforestado países enteros. Hasta los vegetarianos más radicales son capaces de decir que el mundo vegetal no tiene órganos nerviosos y por ende no sufre dolor. Sin embargo, la relación entre los seres humanos y la naturaleza se ha convertido en el mundo occidental (cuya cultura es colonizadora de las culturas menos destructivas y holísticas proveniente de historia ajenas a la de origen europeo) en una relación patológica, que sostiene la supremacía absoluta de los valores antropocéntricos, donde plantas, minerales y animales sólo tienen razón de ser por su utilidad para la vida humana.
Muchas corrientes antropológicas clásicas coinciden en que la primera construcción de diferencia en casi todas las culturas es aquella entre el conjunto de los seres humanos y la naturaleza. Sin embargo, en la actualidad podemos constatar que la naturaleza prístina, aquella que no ha sido hollada por el ser humano, ha prácticamente desaparecido. Los espacios no modificados por la actividad humana se han visto tan reducidos que podríamos considerarlos inexistentes. La extensión del urbanismo y la industrialización, la modificación de la tierra por la actividad agrícola y la deforestación, el alcance de la contaminación, los efectos del cambio climático, han convertido el mundo en un espacio artificial donde es difícil visualizar los derechos de los animales y la flora.
La situación actual es fruto de una cultura que ha hecho de todo, durante milenios, para no verlos, negarlos, ridiculizar a esos seres humanos que, como los filósofos cínicos, preferían identificarse con los animales que con la humanidad urbana, reduciendo sus necesidades de consumo. En las culturas que se sustentan en religiones monoteístas la diferencia entre la humanidad y “lo otro” es aún más tajante. Los animales no nombran en un lenguaje inteligible para los humanos su realidad, por lo tanto, dado que en el principio está el verbo, no son inteligentes. Si no son inteligentes no son sensibles y su movilidad es un puro reflejo mecánico, como por ejemplo sostiene Descartes.
Para los romanos había tres tipos de aperos, o instrumentos, para el trabajo agrícola: las herramientas mecánicas, como el arado, que ni se movían por sí mismas ni hablaban; los animales, como el buey, el caballo o el burro, considerados enseres que se movían por sí sólo; y los esclavos, pertrechos útiles capaces de moverse y hablar. Los conquistadores españoles defendieron sus hazañas de odio y tortura arguyendo que los hombres y mujeres de América eran animales, cantaban como loros, eran insumisos como simios, trabajaban como burros; por ende no sentían dolor ni eran capaces de entender reglas que los condujeran a una vida civilizada. Racismo, clasismo y desprecio por los animales están fuertemente entrelazados. Igualmente trenzadas son las expresiones de violencia intrafamiliar donde las cadenas de abusos van de la violencia verbal, física y sexual del hombre contra la mujer, a la represión de la mujer sobre los niños y las niñas y de éstas/os a la mascota o los animales de cría de la casa.
Sin embargo, desde hace mucho la zoología afirma que los órganos sensoriales son fundamentales para todos los animales, ya que responden a diversos estímulos y saben encontrar las rutas para acceder a los alimentos.  Desde mediados del siglo XIX, también se iniciaron estudios para determinar el grado de inteligencia animal. Entonces los psicólogos conductistas investigaban animales en laboratorio para rastrear los orígenes de la conducta humana. Poco antes,  Darwin había sostenido que el cerebro de los humanos es producto del proceso evolutivo, por tanto, muchas de nuestras capacidades cognitivas pueden apreciarse también en otros animales. Ya en el siglo XX, hubo una  aproximación de tipo conductista a la psicología animal, buscando analizar la inteligencia en animales mediante procesos de aprendizaje simples. La concepción de la inteligencia en los conductistas es reduccionista, por tanto consideraba que todo lo que un organismo hace, debe ser considerado únicamente como comportamiento sin presumir por ello de una mente capaz de elaborar a partir de recuerdos e ideas (para los conductistas, pensar y sentir son epifenómenos propios de los humanos). Hasta que Ulric Neisser, en la década de 1970, empezó a enfocar los procesos mentales de los animales desde otro punto de vista, tomando lo conocido sobre los procesos mentales humanos y buscando evidencias de procesos similares en las otras especies. En la actualidad,  John Lilly y Donald Griffin mantienen firmemente la posición de que los animales tienen mente, piensan y sienten; por lo tanto, el estudio de su cognición debe asumir esta perspectiva. En 2012, finalmente, biólogos y etólogos reunidos en Cambridge, han llegado a la conclusión de que los seres humanos no son los únicos seres conscientes: los mamíferos y las aves, principalmente, también poseen una conciencia. Sus estudios muestran que existe una memoria sobre la descendencia animal en las madres mamíferas, particularmente en las cabras; que los cetáceos construyen sociedades y sufren cuando algunos miembros cercanos de las mismas son heridos, asesinados o desaparecidos; que los primates no sólo son capaces de utilizar instrumentos, sino elaboran un complejo lenguaje de signos con el que se comunican informaciones y sentimientos.[1]
Ante estas pruebas, la educación formal debe incidir en los otros rubros de la educación, propiciando el respeto por todas las especies del planeta. No puede hablarse de ética donde no se promueve activamente la superación de la violencia como forma de interacción humana entre personas y con los animales y las plantas. La filosofía, la pedagogía, así como las expresiones artísticas no pueden obviar los estudios neurobiológicos que comprueban que los animales poseen una conciencia que les consiente percibir el sufrimiento ajeno y propio y diferenciar lo bueno de lo malo, alcance que hasta ahora se consideraba únicamente propio de la raza humana.
Los riesgos de no asumir estos reconocimientos son múltiples y van desde el incremento de la criminalidad a través de seguir sosteniendo la inconciencia del sufrimiento de las otras especies, hasta el suicidio colectivo en la persecución de un hiperdesarrollo clasista y discriminador que conducirá a la destrucción ambiental total. Urge una educación para la paz, que se sostenga en el reconocimiento de las diferencias como aportes a la colectividad y no como pretextos para ahondar en las desigualdades. Un proyecto educativo, necesariamente crítico y no autocomplaciente, que asuma el valor del cuidado como un valor compartido entre mujeres y hombres, y entre humanos, animales y mundo vegetal. 
 



[1] Para una historia de la investigación en la inteligencia animal, un buen resumen se encuentra en:  Pedro Ortiz Cabanillas, “Concepciones de la inteligencia”, Revista de Educación Superior,  Facultad de Educación,  UNMSM, Lima, 1999, http://es.scribd.com/doc/25036139/Concepciones-de-La-Inteligencia. Más a profundidad , cfr. Miles, T.R. “On fefining intelligence”, en Wiseman, S. (Ed) Intelligence and Ability. Selected Readings. Penguin Books, Middlesex, 1957/1967 ; Neisser, U. y otros, “Inteligencia: Lo conocido y lo Desconocido”, en American Psychologist. 51:77-101. Traducción de J.R. Aliaga Tovar, Facultad de Psicología, U.N.M.S.M., Lima, 1997.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Encuentro de Escritoras Fronterizas (2012)

Un encuentro de voces que a pesar del acartonado formato de los congresos académicos lograron hablarse.

Un día, una institución -el Colegio de la Frontera Norte, Colef- que le dio cobijo al Encuentro de Escritoras Fronterizas organizado por el Seminario Permanente de Estudios Fronterizos que dirige Roxana Rodríguez de la UACM, los poemas que son dibujos y ediciones de Amaranta Caballero, los estudios de de Socorro Tabuenca, la emotiva militancia en favor de vidas y derechos a la vida que contiene y desborda el teatro, los cuentos, la poesía, las investigaciones de Selba Chew, la fuerte sencillez de Rosario Sanmiguel... voces que resuenan.

Sin contar la vitalidad que los proyectos editoriales y de difusión de las más jóvenes imprimieron a la anquilosada red de publicaciones y difusión nacionales. Encantadoras Karla y Sidharta. Sin fronteras, desde todos los límites rebasado, sin rivales.

Y la frontera sur, toda la frontera del consigo mismo de un México que es Latinoamérica pero desde hace dos décadas desearía que así no fuera. Presencia de colombianas, mi 10% de identidad beliceña alborotado, guatemaltecas, brasileñas y una venezolana entre el público que igual devoraba galletas que caramelos con chile, dispuestos en una mesa, libre, liberísima frontera de la compostura.

Qué día. A pesar de la violencia que no puede omitirse. A pesar de la obligación de reverenciar a la narcoliteratura (al parecer el norte bárbaro -Pérez Reverte, onmipresente neocolonizador del gusto, dixit- no debería escribir otra cosa para ser publicado). A pesar de los feminicidios que se inscriben en la piel y las letras de las escritoras de Juárez, Tijuana, cualquier rincón de América. A pesar mismo de esa línea que se traga a la gente.

Francesca Gargallo

Dossier: Encuentro de Escritoras Fronterizas (2012)

Organizado por el Seminario Permanente de Estudios Fronterizos y la Academia de Creación Literaria y Difusión Cultural, ambos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).
Se realizó el martes 18 de septiembre de 2012, con el apoyo del Colegio de la Frontera Norte, A.C. (COLEF), en la Casa COLEF, calle Francisco Sosa No. 254, Col. Barrio de Santa Catarina, Delegación Coyoacán, México, D. F.
Más abajo, recabamos textos e imágenes que se proyectaron en las mesas de trabajo durante el Encuentro.


Lista de reproducción de los audios
01. Rosina Conde, Francesca Gargallo - Inauguración del Encuentro de Escritoras Fronterizas
02. Amaranta Caballero - La mujer, la ciudad y la poesía en la frontera - Modera: Roxana Rodríguez
03. Socorro Tabuenca - La literatura fronteriza como literatura regional - Modera: Pilar Morales
04. Selfa Chew - La escritura chicana - Modera: Gabriela Valenzuela
05. Presentación de libros y proyectos: a) Graciela Silva Rodríguez, libro: Chican@s y mexican@snorteñ@s: Biborderlands dialogues on literary and cultural production; b) Sidharta Ochoa, libro: Estética de la emancipación; c) Karla Martínez: Proyecto Norestación; d) Ivonne Ramírez (Colectivo Palabras de Arena), libro: Sueño de palabras en la estepa. Experiencias lectoras contra la violencia en Ciudad Juárez (2001-2010). Modera: Teresa Dey
06. Rosario Sanmiguel - El Río Bravo, el fluir de la conciencia y la migración - Modera: Mariana Berlanga
07. Dialogando entre escritoras: Rosina Conde, Amaranta Caballero, Rosario Sanmiguel, Selfa Chew, Socorro Tabuenca, Francesca Gargallo - Modera: Roxana Rodríguez

Este reproductor contiene la lista con todos los audios, puedes moverte de uno a otro (inicia con la inauguración, pista 1), y haciendo clic en el icono de la derecha puedes compartirla en las redes sociales de Internet:


Mesas de trabajo

1.

9:30-9:50 hs
Inauguración del Encuentro de Escritoras Fronterizas.
Rosina Conde, Francesca Gargallo

Audio: 01_Gargallo_Conde, 11.6 MB (o clic aquí para ir a la página de los audios)


[Sitio web de Rosina Conde: http://www.rosinaconde.com.mx/]

[Sitio web de Francesca Gargallo: http://francescagargallo.wordpress.com/;

  blog: http://lacalleesdequienlacamina.blogspot.mx/]

2.

10:00-10:50 hs
La mujer, la ciudad y la poesía en la frontera. Amaranta Caballero
Modera: Roxana Rodríguez

Audio: 02_Caballero, 35.4 MB (o clic 
aquí para ir a la página de los audios) 


EL TÍMPANO: PÁJAROS OKUPAS REBELDES DE ÁRBOLES
Por Amaranta Caballero

Antier viví una Tromba. Ella cayó y yo me sumergí en ella. Se inundó el cuarto de pájaros. A mí me salieron alas.

Canto I
El Tímpano: oído: la audición Esta casa-cráneo. Este cuarto-tímpano. Los cinco sentidos. Aquí es el sitio donde se juega al equilibrista. Aquí justo se vibra y se transforma. Aquí justo ahora traduzco el sonido en el impulso nervioso. Traduzco luego los signos de un lenguaje: Fonemas.
Escribo para mi contemplación Ferdinand de Saussure: Yo sólo quiero tu tímpano roto. Y el veleidoso moroso mareo.

Canto II
La Vista: ojo: pupila No creas en mí. No me pienses. No me oigas. No me veas. Sal de este tímpano que provoca cantos justo detrás de tus ojos: Le courbe de tes yeux señaló Eluard.
Arde: pájaro lejano y turbio y distraído. Yo no te veo. Acuso a tu astucia: pupila.
Petit poem of my bad grammar book
The blue of that dress is too dark, the blue never lies. This is what surprises me most. I see this here and I recognize the blue’s words. It is still true: Hundreds of birds.

Canto III
El Tacto: mano: piel
Los pájaros abandonaron los nidos ¿te das cuenta? Los pájaros rebeldes de árboles.Vinieron a instalarse. A okupar todos y cada uno de tus sentidos. Buscan con el ojo avizor. Cantan desapercibidos. Los pájaros: esa premonición. Raspan sus alas y picotean todas las terminaciones nerviosas. Los receptores de tu dermis.

Canto IV


El Olfato: nariz: olor
Puedo oler perfectamente el vuelo de los pájaros. Deletrearlos. Avizorar. Ellos vienen en parvadas convulsas borroneando manchas oscuras en el aire. A lo lejos. Siseo.
Aromas aves: alcanfor, almizcle, flores, menta, éter, acre, podrido.
Investigaciones: sustancias: olores: moléculas.

Canto V
El Gusto: lengua: sema
Pájaros dulces, salados, ácidos y amargos. Todos y cada uno de ellos invadiendo la madriguera donde vive tu lengua. Mengua la lengua luna. Ése molusco. Cavidades nasales truqueando la tráquea. Ahí justo anida el ave en el centro de las diez mil papilas. Qué gusto. La lengua a veces un tinte rosado. Articula palabras y sonidos.

Epílogo
Canto VI
El Sexto Sentido: Plexo solar: pálpitos impulso espontáneo: presentimiento. Intuir. Adivinar.
Invocar: indicios, señales. Permanecer.
Ojo avizor: pájaro pausa sobre el nervio de tu carne. Todos los cantos se silencian cuando algo más -interno- parpadea.

 
[Referencia a una instalación de este poema publicada en Poéticas Transversales: Amaranta Caballero Prado (Texto y dibujos). El Tímpano: pájaros okupas rebeldes de árboles. Originales: Tinta sobre papel. 28 x 35 cm. Instalación: seis dibujos impresos sobre albanene. Tensados en aro de madera a manera de bordado. Con luz interna. Montados sobre la pared. Cuarto oscuro. Sonorización: Un loop 01¨00″ de sonidos de pájaros.]


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NEWSPAPERBIRDS ( Los Pájaros de Marzo) 

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Tinta sobre papel periódico, 2011




3.

11:00-11:50 hs
La literatura fronteriza como literatura regional. Socorro Tabuenca
Modera: Pilar Morales

Audio: 03_Tabuenca.mp3, 60.1 MB (o clic aquí para ir a la página de los audios)

[Currículum de Socorro Tabuenca: http://aplicaciones.colef.mx/investigadores/CVU/cvu.aspx?idinv=14909

4.

12:00-12:50 hs
La escritura chicana. Selfa Chew
Modera: Gabriela Valenzuela

Audio: 04_Chew, 41.3 MB (o clic aquí para ir a la página de los audios)

"Doctor Fujimoto", fragmento de Mudas Las Garzas (Ediciones Eón, México, D.F., 2007) de Selfa Chew:

Doctor Fujimoto, no entiendo por qué entrego ahora un mito, cuando deseo rehacer la historia con el rigor de datos inequívocos que amparen mi verdad. Porque lo que yo tengo de usted son versiones fantásticas, relatos marcados por el amor de sus hijos, y notas oliendo a rabia y prejuicios. A pesar de que poseo todo un legajo de documentos oficiales, usted es la más esquiva entre miles de personas afectadas por la guerra. Podría decir que hasta hoy, usted es solo la suma de sus pasos desde que salió de Japón. Verdad es que hay tramos que la neblina cubre y no me deja ver qué punto del Norte llegó a conquistar con su sonrisa y sus hábiles manos de médico, de artista, de minero. Cierto es que me siento una bruja quitando telarañas de una esfera de cristal para ver su pasado y su futuro. O mi pasado y mi futuro, doctor Fujimoto. Porque ya entendí que yo soy usted y usted es todos los que tratamos de caminar sin pisar a los demás, comer sin quitarle el pan a nadie de la boca. Pasado y futuro. Pan y tierra y agua. La vida sigue siendo la misma en todas las historias, doctor. En la de sus compatriotas mineros en Coahuila, la del maderista japonés en Chihuahua, el científico humanista en Chiapas y el fotógrafo de la Ciudad de México. Y en la de todas las mujeres que caminaron los mismos tramos, el mismo destierro. Rabia y prejuicios. Mire que hace sesenta y tres años yo ni había nacido pero ya estaba allí con usted mi destino. Ya estaba contando mi historia de exilio en japonés y en español cortito a los soldados mexicanos que lo encontraron perdido en la Sierra. Pan y tierra y agua. Mi padre nunca habló mal de usted ni de nadie, ni en cantonés ni en español, pero dejó en su librero testimonios. Historias de sangre y fuego. Grabados de demonios amarillos hincando el diente en los cuellos de niñas chinas. Espadas atravesando los cuerpos de ancianos lánguidos. Terrible será tal vez para mi familia el que hoy me encuentre tratando de descifrar otra historia de horror a miles de kilómetros y muchos años de distancia de esas masacres en China. Increíble que hoy busque sanar las heridas de los japoneses mexicanos. Pero es que la vida es igual y es diferente. Y los japoneses en China son harina de otra historia. Y los japoneses en México pertenecen a este costal. Rabia y prejuicios. Como adolescente quedesobedece a sus padres, me siento triste por usted y por mis antepasados y esta tristeza me lleva a ver la similitud y la diferencia entre su historia y la de nosotros. Si he rescatado sus fotos de las celdas de Lecumberri creo que el premio ha sido enamorarme un poco de su mirada digna, recta. De los brazos que sostuvieron mil ahijados indígenas. Pan, tierra y agua. Y amor y vida y medicina compartidos con extraños. Milagros que le atribuyen desde Chihuahua hasta Morelos. No entiendo por qué en medio de los pensamientos más íntimos de otros personajes tejo y entretejo su vida, tal vez porque su historia es mi historia y la de muchos otros. Tal vez porque su esposa también supo lo que era ser mitad y mitad y cuando veo su fotografía recuerdo a mi hermana y su piel suave, clara. Los ojos de una mujer oriental pero también el cuerpo alto, ondulado y fuerte de mi madre mixteca. Verdad es que hay tramos que la neblina cubre pero trataré de contar la fantástica historia del Doctor Manuel Fujimoto y otros honorables Japoneses Mexicanos, a salud de usted, de mi familia china y de mi hermana la que es mitad y mitad y completamente hermosa.

Fuente: en Poesía, Baile y Canción: The Politics, Implications, and Future of Chicana/os’ Cultural Production. National Association for Chicana and Chicano Studies. Editorial Board: Mari Castañeda, Editor; Michael Calderón-Zaks, Associate Co-Editor; Gilberto Garcia, Associate Co-Editor. First Edition, 2010. ISBN: 0-9779513-8-3, 2010. www.naccs.org

 

5.

13:00-13:50 hs
Presentación de libros y proyectos:

Audio: 05_Libros_escritoras_fronterizas, 49.4 MB (o clic aquí para ir a la página de los audios)


·         Graciela  Silva  Rodríguez
Título: Chican@s y mexican@snorteñ@s: Biborderlands dialogues on literary and cultural production
Autor@s: Graciela Silva Rodríguez y Manuel de Jesús Hernández-Gutiérrez (Editores)
ISBN: 978-6079-124-748
No. de Páginas: 472
Año de Publicación: 2012
Editorial: Ediciones Eón/Arizona State University

 


·         Sidharta Ochoa
Título: Estética de la emancipación
Autora: Sidharta Ochoa
Año de publicación: 2012
Editorial: Casa Editorial Abismos

[Sid Ochoa comparte en línea su libro Los abismos de la filosofía: http://es.scribd.com/doc/80311003/Los-abismos-de-La-Filosofia]


·         Karla Martínez
Proyecto Nortestación: Editorial Nortestación nace como una alternativa para publicar a escritores y escritoras que por su estructura narrativa quedan fuera del sistema de publicación convencional. También, apoyamos a escritores y escritoras jóvenes para impulsar su carrera en el campo de las literaturas. Narrativa, Poesía, Escritura experimental, Ensayo y Literatura Infantil.
·         Ivonne Ramírez:
Título: Sueño de palabras en la estepa. Experiencias lectoras contra la violencia en Ciudad Juárez (2001-2010)
Autoras: Susana Báez A., Ana Laura Ramírez V. e Ivonne Ramírez R. (Colectivo Palabras de Arena)
ISBN: 978-607-9124-17-5
No. de Páginas: 272
Año de Publicación: 2011
Editorial: Eón/UAM-Iztapalapa/Chicano Studies-The University of Texas at El Paso/Conacyt/Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
Blog del Colectivo Palabras de Arena: Espacio sobre Literatura Infantil y Juvenil, http://www.palabrasdearena.org/ 



·         Moderadora: Teresa Dey


Receso

6.

15:00-15:50 hs
El Río Bravo, el fluir de la conciencia y la migración. Rosario Sanmiguel
Modera: Mariana Berlanga

Audio: 06_Sanmiguel, 52.2 MB (o clic aquí para ir a la página de los audios)

Lectura en español del relato Bajo el puente / Under de Bridge (ver, después del texto en inglés, la referencia del libro):

I went to look for Martín even though he didn't like for me to go all the way to the riverbank. Since it was Monday, there wasn't anybody in the restaurant, and at seven, Mere let me leave. I took off my apron, changed my white blouse and put on a black T-shirt that had a Hard Rock café sign on it that Martín gave me when I turned seventeen, and since my high heels were killing me, I put on my red Converse. Martín didn't wanna see me on the riverbank cuz the other pasamojados gave him hell, saying I was really hot. One time one of em told him that with a woman like me, there was no need to get in the river so much. He didn't put up with any crap. He responded like he did when he felt threatened, with his fists and knives. If the people watching hadn't pulled em apart in time, Martín would've left him cut up like a sieve. That was the reason why he spent those weeks in jail. With Mere's help I managed to get all the paperwork done to get him out of there. He loaned me cash to pay the lawyer's fees and, when he finally got out free, I asked him not to go back to the black bridge. I was freaked out that the other guy would wanna get revenge, but he told me that he got there first, that that was the best spot for crossing wetbacks, and if that other guy wanted shit, all the better, he'd just finish him off once and for all. Fortunately when Martín returned he didn't run into him again, that day. Monday, the sidewalks that go from the restaurant to the riverbank were almost empty, no gringos or wetbacks. It was really hot, the stench of the puddles mixed with the smell of urine that came out of the cantinas. A man in the doorway of a cabaret was shouting to come see a show. He called out to me with a sick little voice. I didn't pay no attention to him, but I was sure that the next day he was gonna be in the restaurant messing with me. I didn't like that little man. He invited me to the movies, to get a beer, all over the place. He really was messed up, besides his teeth were all rotten, not like Martín who had nice little straight white ones. "Mónica!" he yelled at me, but I just walked faster, I didn't find Martín and I asked the other pasamojados if they'd seen him. They told me he'd just crossed over. At that hour there were just a few people on the edge of the river, like they didn't really wanna cross. I sat down under the bridge and to distract myself I started watching the clouds and the buildings of the city in front of me, really tall glass towers with tons of colors—green, blue, metallic, black—the buzzing of the cars was putting me to sleep. Suddenly I saw him appear in the train yard on the other side of the river, between the boxcars, Martín and a Migra. It looked like they were arguing. They lifted up their arms like they were gonna start whaling on each other. The Migra guy grabbed Martín by his shoulder and shook him. Me and all the people on this side were watching close to see what was gonna happen. I got real scared cuz I knew what Martín could do, but then Martín got free and squeezed out through a hole in the chain-link fence, ran down the cement slope, and got into the dirty river water that came up to his waist. Then I saw the sky was starting to get dark. "What're you doing here?" he asked me, all pissed off when he got to where I was. I didn't answer cuz I was waiting til he calmed down. We started walking along the riverbank through dust and debris. Martín had on his Chicago Bulls T-shirt, all soaked, not to mention his shorts. When his clothes aired out a little, we went back to Calle Acacias. It always stank like day-old grease over there, and the sidewalks were full of snot-nosed kids. We stopped at one corner to eat tortas. It struck me that the bologna tortas looked like open mouths with the tongue hanging out, cuz of the piece of meat that stuck out of the bread roll. Martín thought what I said was funny. He grabbed a torta, opened and closed the two sides of the roll like it was a mouth and he started talking with a gringo accent, "Cuidado, Martin, cuidado, better to be friends than enemies, okay?" He threw the torta into a puddle. It was about nine at night. You couldn't buy alcohol in the stores anymore, so we went to Mere's restaurant. I got two Coors in a paper bag. We walked a few blocks and went into the Hotel Sady, ten dollars for a room for the whole night, but we were just gonna use it for a few hours. On the way I asked him if the next day he'd take me across the river cuz I'd never been to the other side. Martín asked for a room on the third floor, the last one with a window on Calle Degollado. From there we heard the commotion in the street like a faraway hum. Catty-corner to the hotel there's a bright sign with a rosy light, and Martín liked when its glow lit up the room. He said that he felt like he was in another place, that he even felt like a different person. I remember that night I felt his body real nice, hugged him real tight for a long time, till he pulled away from me. He drank two beers and got serious. I asked him what happened, why he imitated that Migra guy and made fun of him. He told me he had a beef with him cuz of some people that he'd tried to cross, money stuff. He said it just like that and closed his eyes. I waited till he fell asleep so I could watch him comfortably, big and strong. I felt happy with him. I liked my Martín from the very first time I saw him come into the restaurant with some other cholos, all of em really slick, with their hair pulled back, held tight in a net. When I asked what they were gonna drink, Martín answered for all of em. After I came back with their beers he asked me what time I was gonna get off work. Later he was waiting for me outside. Martín had eyelashes that curled up at the ends. He laughed with his eyes, and that made me trust him. I became his girl that same night. Afterward he told me he was a pasamojados. As time passed, as we were getting to know each other I realized that he liked weed. I didn't like that. He made fun of me, said I was really square. I didn't care for weed or wine, but he liked me like that. We were thinking about renting some rooms to live together, just till we went to Chicago, like wetbacks, like the poor people who cross the river with nothing but God, climb into freight train cars, hiding and waiting for hours, sometimes a whole day till finally the train moves, with them inside, suffocating hot and afraid. When Martín asked me if I wanted to leave with him, I didn't answer. The truth is I didn't want to travel hidden in a freight car like my dad must have done just a few days after we arrived here. My mom found a job quickly in a factory, but my dad complained that he wasn't finding any work, till the day came that he lost hope and he told us he'd go further north. It was a Sunday when he got outta bed determined to leave. My mom and I went with him to downtown. Once we were there he wanted to go to the Cathedral first. Afterward we left him on the edge of the river with a small suitcase in his hand. It was the last time we saw him. Just remembering I got sad, made me wanna kiss Martín's little tattooed tears next to his left eye, "one's for the first time the police caught me, the other for when my mom died," he told me one night when we were together. "The cobweb I've got on my left angel wing is from a bet I won off this real chingón friend of mine; the loser had to pay for a tattoo for the winner in the best tattoo shop in El Chuco." When he opened his eyes, I had so many thoughts mixed up in my mind that I asked him again about the Migra guy. At first he said it wasn't important, but I pressed him on it, and he ended up telling me. "That guy's name is Harris," he said. "I know him from a long ways back, almost since I've been in this. We started out workin real good, without no issues, but then later not no more, cuz he didn't wanna pay me shit. He asked me for people to slave for him in El Chuco. I crossed over maids, gardeners, waiters, even a mariachi with instruments and everything. They were for his place and for his homies' places. He paid me good, but the shit started when I took people across to go pick chile up in New Mexico, cuz I took em all the way up to the fields too, so since it was more risk for me, I asked him for more cash. He didn't wanna pay and we got into it. Now he's making deals with the fucker that I stabbed that time for being such a loudmouth, remember? All I want is to get my money." He finished talking and hugged me. "Don't freak out, Moni, it's not the first time I've got issues with la Migra." We kissed and then we felt each other again. We left the room in time for me to catch the last bus to Felipe Ángeles. That night it took a long time to fall asleep. It was always like that after sleeping with Martín. I kept thinking about him and I was worried. Finally I got to sleep after I decided that I didn't want to go to the other side anymore. The next day I put on a necklace made of colored beads and grabbed a denim bag where I put some pants so Martín could change out of his wet shorts. I meant to invite him to the movies, but when I got to the riverbank I freaked out cuz I saw him between the boxcars arguing with the same guy. I thought Martín was gonna pull a knife on him, but after a few minutes the other guy disappeared and Martín crossed quickly to this side of the river. "Let's get outta here, cuz I just might cut him open!" he ordered as soon as he saw me. We walked to Mere's restaurant and had a Coke. Martín calmed down and I took advantage of the chance to tell him that I'd changed my mind. He didn't like that, he said we'd go no matter what. It was a challenge for Martín. He told me the Migra guy was scared of him cuz he'd threatened to rat him out, besides his shift on patrol had already ended, he was sure he'd already taken off. Martín's reasons didn't convince me. I regretted having gone looking for him. The only thing I wanted was to disappear from there. Martín got mad at me, dragged me to the riverbank, and pushed and shoved me onto the tire tube he used as a raft. "Don't move, it's just a few minutes!" He pulled the tube slow so the water wouldn't splash me. It must've been about three in the afternoon. The sun was still high, reflected in the muddy water. Under the bridge, women and men waited for their turn to cross over; up above, on the bridge, others with their fingers hooked on the chain-link fence looked all around. They watched me and Martín. Despite feeling scared I got excited thinking that we'd stay on the other side the rest of the day, that we were gonna walk the streets of a city unknown to me—all that thrilled me—I watched the blue sky, the Franklin Mountain, the colors of the buildings, an enormous billboard for Camel cigarettes, and below it the train boxcars. Right at that moment I heard a shot. We'd already gotten to the other bank. I could see a man was hiding between the boxcars. It was a man with the unmistakable green uniform. "What's going on, Martín?" I asked him panicked. "Get down!" he screamed at the same time as he hid behind the tube. Another shot rang out. Martín doubled over, the dark water of the river covered him. Terrified, I screamed. I wanted to get off the tube, stand up, or do something, but my fear wouldn't let me. I looked around for help. There wasn't a soul under the bridge anymore, not even up above, not anywhere. I felt like everything was far away, the little kids that played in the dusty streets, my house, Mere's restaurant, the Hotel Sady, the Cathedral, its staircase and its beggars. The last day I saw my father, I felt an intense heat in my eyes. The August sun I thought. I closed them hard and saw how much silence the river carries.

Referencia del libro:
Título: Under The Bridge/Bajo El Puente: Stories From The Border/Relatos Desde La Frontera
Autora: Rosario Sanmiguel
Traductor: John Pluecker
Editor: Arte Publico Press, 2008
ISBN: 1558855149, 9781558855144
N.º de páginas: 232 páginas

7.

16:00-16:50 hs
Dialogando entre escritoras: Rosina Conde, Amaranta Caballero, Rosario Sanmiguel, Selfa Chew, Socorro Tabuenca, Francesca Gargallo
Modera: Roxana Rodríguez

Audio: 07_Dialogando_entre_escritoras, 47.0 MB (o clic aquí para ir a la página de los audios)


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 Presentación, por Francesca Gargallo - Dossier, por ciberfeminismo informativo - ght 
Septiembre 18-19 de 2012 
 
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viernes, 15 de junio de 2012

HISTORIAS DE FATALISMOS O DE COMO PERDÍ EL AVIÓN

Algo, algo me decía que este fin de semana no iba a viajar.
En un principio volaba a Colima, pasaba una noche en el calor tropical, me levantaba sofocada a las 7 de la mañana, nadaba, daba mi ponencia en el Teatro Hidalgo, respondía a preguntas que me confundirían un poco (no soy una especialista en difusión de la lectura, sólo soy una lectora. Eso sí, una lectora voraz y feliz), luego me trepaba a un camión para Guadalajara donde tomaba el avión a Monterrey y ahí a debatir por dos días sobre arte, cultura y política.
Luego nos dijeron que el evento de Monterrey se suspendió. Escribí un mail a Perla Graziella y pedí disculpas a CONACULTA: ¿podían cambiarme el boleto de regreso Monterrey a México? Sí, por supuesto, que yo podría quedarme en Colima durante todo el 13° Encuentro Nacional de Salas de Lectura. Yo, encantada.
Así que a darle más a la ponencia. Qué ñañaras hablar a especialistas en lectura de la lectura y sus lugares. La verdad es que de tanto leer cosas absurdas por el miedo de hablar de la lectura, la ponencia terminó gustándome mucho.
El miércoles en la noche me llamaron de Colima: ¿Puedes traer algunos de tus libros para su venta? La verdad es que a esta hora ERA está cerrada y yo no creo que mañana me atiendan, porque seguramente ya han programado el recorrido del camión repartidor que sale cada mañana a las 10. Pero bueno, puedo preguntar.
A la una de la tarde una simpática secretaria de ERA se tomó el metro y me trajo 40 libros ¡10 de cada uno de mis títulos todavía vigentes! Milagros de las editoriales.
A las 4.10 de la tarde mi hija se fue a la escuela, a las 4.20 le puse punto final a la ponencia y la envié, a las 4.31 me subía a un taxi en la esquina de Veracruz con Sinaloa. Hasta ahí todo perfecto.
Pero, bueno estaba dicho que no volaría.
Mi taxi chocó. Cosas que pasan, ¿verdad? Puesto que por suerte no nos hicimos nada, yo hubiera podido  tomar otro taxi ¿En medio del Viaducto? ¿Con la policía que me decía que debía quedarme a declarar? Así que cuando llegué al aeropuerto, el avión ya había cerrado sus puertas.
Tengo que leer mañana en el Teatro Hidalgo, le dije casi chillando a la gentil señora de Aeroméxico. Ella me miró con atención. Yo adoro el personal de Aeroméxico, Lufthansa y Airfrance. Mire este boleto es válido para siempre, pero para hoy ya no hay vuelos y el de mañana a las 6.30 está lleno. ¿Por qué no va a Aeromar, ellos tienen vuelos más tarde, pero no van a aceptarle este boleto a cambio del suyo?
El trato en Aeromar ya era odioso (yo odio casi todas las otras líneas aéreas) y los dolores del golpe en el cuello y la cadera empezaron a hacerse sentir. Seguramente mis músculos habían empezado a enfriarse. O paga o paga, nada de boletos a cambio. Déjeme hablar y veo si puedo... Dese prisa, porque va a venir más gente y no puedo hacerle una reserva para mañana a las 7. Con mis 300 gloriosos pesos (préstamo de Ruth), ni modo que iba a comprar un boleto. ¿A quién llamarle?
De repente el dolor del cuello casi me paralizó.
Arrastré la maleta al Metrobus, me bajé en San Lázaro y gracias a que el gobierno del DF ofrece servicio médico en el metro, me fui hasta Tacubaya donde un médico jovencito me atendió amablemente: no tiene nada roto, tómese un analgésico, dese un baño muy caliente y duerma.
Retomé el metro y ¿caray cómo obedecer al muchacho cuando me dijo que no cargara nada? Las escaleras de salida de Chapultepec se me hicieron larguísimas....
Luego, envié otro mail a los compa de CONACULTA. Nada, ni una sola respuesta.
Me quedé con mi maravillosa reflexión sobre los Paralibros  guardadita en el morral y a las 5 de la mañana me despertó un dolor en la cadera que todavía no me abandona.
Pero, como soy fatalista, pienso que seguramente de algo peor me he salvado.
La ponencia la voy a hacer pública ahora. Bueno, más o menos pública, pues la voy a subir aquí:


EN UNA FIESTA DE LA LECTURA, LA PAZ DE LOS PARALIBROS

Francesca Gargallo
Colima, 14 de junio de 2012,
13° Encuentro Nacional para la Cultura y las Artes

En el alcázar del Castillo de Chapultepec estaba apoyada a un barandal mirando al parque, cuando un largo cuerno de papel se posó en mi oreja y escuché una voz de sirena: “¿Quieres que te lea un poema?”. Sin mediar ni cinco segundos, la voz me susurró el primero de los veinte poemas de amor que han convertido a Neruda en uno de los poetas más leídos del mundo. La sirena en cuestión era Evelyn Andraca, una seductora del libro.
Después de pasar un rato con ella y con Héctor Jiménez López, coordinador nacional del programa Paralibros, bajo la sombra de la estructura metálica de la única biblioteca que semeja una parada de autobuses –y que de hecho es una escultura múltiple de uso urbano-, caí en cuenta que la presencia de los libros había favorecido la tertulia y los tres estábamos hablando como viejos amigos de ilustraciones, poesía, narrativa y también de la construcción de la ciudadanía, del derecho a la lectura por placer y de los libros como herramientas para el diálogo y la construcción de una cultura de la paz.
Platicábamos de cosas que en otro contexto hubieran sonado forzadas, pero que ahí fluían como esas obviedades indispensables en la construcción de los afectos cotidianos. Después de todo estábamos en una estación y esperábamos a un amigo. Así que nos decíamos, por ejemplo, que una biblioteca, por diminuta que sea, es un ambiente habitado por tradiciones, personas, costumbres y que cuando la construimos marcamos un territorio con los libros para abrirnos a cualquier tipo de controversia. Así -continuábamos diciéndonos- cuando escribimos y leemos encontramos la forma de darle nombre a los problemas sociales y nos trasladamos a debates desde donde nos proponemos curar la violencia familiar, la depresión existencial, la apatía ante las necesidades de las y los otros; en fin, desde donde nos volvemos solidarios con la realidad, co-creadores de soluciones diversas.
Se me salió entonces el comentario que el de Chapultepec era el segundo Paralibro que conocía y que me gustaba su concepción porque al sacar los libros a la calle, los lleva al espacio diario de personas, los pone a disposición de los estudiantes y sus madres cuando salen de la escuela, los ofrece al oficinista a la hora del almuerzo, los propone a la adulta mayor que aprovecha su credencial para entrar a un museo durante la semana.
Y hablando me puse a revisar la propuesta. 365 libros, uno por día del año. Autores nacionales y extranjeros. Traducciones cuidadosas. Editoriales grandes y pequeñas.
Se acercó un trabajador del museo y le ofreció un vaso de agua a Evelyn, luego le pidió un libro. Entonces le habló de sus gustos y sus deseos. Leer es también identificarse, decir quién se es y en qué se está dispuesto a abrirse a las y los demás.
Jesús Heredia, coordinador nacional del programa que reúne esas 4 356 Salas de Lectura por las cuales hoy estamos reunidas y reunidos aquí en Colima y que desde hace 15 años engalanan los esfuerzos culturales de México, nos sorprendió en plena chorcha, mientras yo cuestionaba el patrón cultural que influencia el hecho que, en las colecciones del Paralibro, hubiera una mayor presencia de los escritores hombres entre poetas y narradores y de las escritoras entre las autoras de cuentos infantiles y cocina. Obviedades de la relación de género, siempre desigual y normativa. Evelyn me hacía notar que, sin embargo, un 40% de las narradoras del acervo eran mujeres. Mientras Héctor asumía que todavía hay que superar rezagos culturales por los que las lectoras leen a los hombres, pero los hombres no sienten interés por la literatura escrita por mujeres. Claro, no hay pueblo o comunidad que no esté conformada por una mitad de mujeres y una mitad de hombres, pero el peso de una tradición dedicada a la sistemática desaparición del escenario de lo relacionado con lo femenino, lleva al absurdo que hay lectores interesados en la cotidianidad de la locura que no leen a alguien que la retrata dolorosa y genialmente como Cristina Rivera Garza…
Para no enfrascarse en una discusión que rebasaba el escenario, Jesús ojeó el cuaderno de visitas del Paralibro y nos interrumpió leyéndonos el comentario de Ricardo, 16 años, lector de poesía: “Aquí encontré una tranquilidad enorme. Mi alma se trasladó al mundo poético donde nadie es más que nadie y donde el espíritu descansa”. (15-05-2012).  
Poco concurrido ese día, por el jardín circulaban escasas personas, pero todas, aunque de soslayo, se acercaron a mirar los libros que en un Paralibro ocupan el lugar de la publicidad en las paradas de autobuses urbanos. Evelyn se levantó para ofrecerles opciones impresas para reposar del calor y abrir su mente. Clásicos, poesía, novelas, cuentos infantiles y hasta libros de cocina salieron de esa parada hospitalaria. Al poco tiempo, una señora levantó la vista de su libro para fijarla en el horizonte. Me pregunté si estaba recordando algo o se estaba deteniendo un momento para reflexionar, quizás para planear su día. De la lectura pueden salir muchas acciones, en efecto.
En el rastreo biográfico de casi cualquier ser humano en las culturas letradas, nos topamos con sus lecturas, pues como diría Michel de Certeau, todos los que tuvimos la oportunidad de seguir leyendo después de nuestra formación primaria hemos cosechado en territorio ajeno, es decir hemos leído historias ajenas y construido nuestros pensamientos, sentimientos y acciones con imágenes y palabras que nos venían de relatos que nos pusieron a pensar sobre nuestra condición humana. 
“Habla con su propia palabra sólo la herida”, escribió Antonio Porchia en Voces, quien pensaba que “todo es lo grande de los pequeños”. Ahora, esa herida nos llega y nos estremece cuando por la palabra de uno toca nuestro corazón. Porchia leía sus aforismos en voz alta; con su acento de eterno extranjero tránsfuga en la lengua de su llegada, estremecía al público de la radio y lo lanzaba a las bibliotecas. El viento bajaba de intensidad porque entonces la tempestad se interiorizaba, el torrente de lágrimas se aquietaba y la adolescente corría a los comics, el intelectual al tratado, el ama de casa a la novela. Cada quien acudía a la forma de la palabra que le producía más sentido y más placer en ese momento específico de su vida.
Recuerdo que en una ocasión mi amigo Paco Ignacio Taibo II estaba rodeado de adolescentes, y algún transeúnte más, en el zócalo de Zacatecas y les contaba de una oficinista triste, oprimida por la burocracia en su trabajo y por una familia tradicionalmente patriarcal, que se encerraba en el baño para leer novelas fantásticas, donde héroes improbables luchaban contra dragones aún más improbables. Uno de sus escuchas, quizá el muchachito que más ganas tenía de hacerse notar, lo interrumpió para decir que la chava se estaba escapando de su realidad. Sí, le contestó Paco que no tiende a dejarse quitar la palabra, pero un día salió del baño y se armó para combatir los males de su específica sociedad como lo hacían sus heroínas: mandó al demonio al marido, desafió a la jefa de departamento, se acercó a un círculo de estudios… “Cuando el mal crece, el pequeño bien se agranda”, escribía Porchia.
Pero, bueno, hablar de la importancia del trabajo de difusión de la lectura en medio de una fiesta de la lectura impulsada por uno de los mejores programas de bibliotecas de América no es nada fácil. El primer riesgo que corro es que diga obviedades, pues ante facilitadoras, impresores, impulsores de salas de lecturas, bibliotecólogas, expertas y expertos en la función educativa y recreativa de las diversas literaturas, una escritora tiene pocas oportunidades de decir algo que una o un promotor de la lectura no sepa.
Claro, me queda la opción del ego. Puedo hablarles de mi relación con la lectura, de cómo a los 19 años me sentí consolada por Los Buddenbrok de Thomas Mann en la sala de espera del hospital donde agonizaba mi abuelo y desde entonces descubrí que sólo la lectura sostiene mis lágrimas y recupera mis ganas de seguir adelante. Puedo contarles que me enamoré de las historias, del encabalgamiento de anécdotas y metáforas que se explayan en el tiempo de la narradora,  porque mi abuela me leía en voz alta La Iliada de niña no tanto para dormirme, como para tranquilizarme durante esas largas tardes de veranos, cuando el calor y la luz se aliaban para que el aburrimiento pareciese universal. Su voz todavía resuena en mis lecturas silenciosas, ahora que le robo tiempo al tiempo para seguir escuchando lo que me es exterior e imprescindible.
Pero eso, sean honestos, no corresponde a las necesidades de una fiesta de y para la palabra que salva, la palabra que consuela, la palabra que alegra y en la que la mayoría de ustedes ha cifrado la importancia de su esfuerzo laboral.
Así que buscaré devolverles las impresiones positivas que como escritora, y también como profesora de filosofía latinoamericana que considera fundamental el derecho de las personas de cualquier edad y condición a adquirir los conocimientos que satisfacen su deseo de saber algo específico, he recibido al conocer el proyecto de los Paralibros.
A finales de 2011, con Ana Clavel, recibimos de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México la invitación para el jurado de un  concurso  de  cuentos  escritos por las y los jóvenes en rehabilitación de vida, que se han acercado a la literatura en las Comunidades para el Desarrollo de Adolescentes del Distrito Federal. A las dos semanas de haber entregado los premios, ambas fuimos invitadas por el CONACULTA a ser madrinas del Paralibro que se instaló en la doble, para 128 hombres y 37 mujeres, Comunidad para el Desarrollo de Adolescentes (CDA), ubicada en Periférico Sur 4866, colonia Guadalupita, en la delegación Tlalpan. No tenía idea de qué era un Paralibro pero el trabajo de re-educación, sensibilización y autoafirmación llevado a cabo con las pocas adolescentes y los hombres menores privados de su libertad por haber cometido delitos en el DF me había parecido excelente y quería saber más.
La sorpresa que me llevé al ver desfilar con atención a los y las jóvenes ante la estructura metálica que guardaba los libros al que tendrían acceso a partir de ese día, me agradó. El facilitador, un estudiante que trabajaba como voluntario en la Comunidad, les ofrecía palabras y dibujos para salir de su depresión por estar presos, situación que generalmente los varones canalizan en el deporte y las muchachas en comer. Y más, les ofrecía la posibilidad, que explicitaba al narrarles los libros de viaje ahí reunidos, de trascender las rejas de su Comunidad y acceder al espacio abierto de la imaginación.
Formarles un gusto por la lectura, promoviendo el diálogo con autoras y autores que se expresan libremente era el regalo que les brindaba el Paralibro. Además,  algunos de los textos disponibles habían sido específicamente escogidos para un público adolescente en situación de arraigo, por tanto había manuales de oficios y textos sobre la violencia intrafamiliar y la educación sexual.
Raquel Olvera Rodríguez, titular de la Dirección General de Tratamiento para Adolescentes, había ya fomentado bibliotecas en cada una de las siete Comunidades para hombres y la de mujeres. En ellas me encontré con una sorpresa que me llenó de orgullo, pues después de una rigurosa selección de textos, habían escogido un libro escrito por el grupo de niñas y niños de una escuela que no discriminaba entre el alumnado sin discapacidades y el que tenía alguna limitación motora, visual, intelectual o de otra índole, al que yo y algunos colegas de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y los pintores Guillermo Scully Carmen Gómez habíamos impartido durante seis años un taller sobre cómo pensarse en la historia. Un libro escrito por las niñas y los niños sobre la historia de México, intentando no hacer de lo nacional un espacio de xenofobia, racismo y exclusión sexista, titulado Tres momentos de la Historia de México.
Volviendo una vez más a los Paralibros, Raquel Olvera Rodríguez estaba feliz de que en ésa, y ojalá en todas las Comunidades, se instalara un mueble urbano que acercara a los adolescentes a una cotidianidad intervenida por un esfuerzo público de acercamiento a la cultura libresca, entendida como una cultura que fomenta actitudes reflexivas y no violentas. 
La iniciativa de los Paralibros, tal como la idea de reglamentar el transporte público mediante los Metrobuses,  había nacido en Colombia, país que dedica una parte importante de los presupuestos municipales a bibliotecas. Fue importada, como ustedes saben, bajo el nombre de Paralibros por  la Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, con la intención de colocar 320 en todo México. El internacionalismo latinoamericanista de la propuesta es encomiable y responde a una idea que ya está próxima a cumplir dos siglos, la expresada por Francisco Bilbao, uno de los primeros filósofos del continente americano liberado del colonialismo, cuando predicaba la unidad educativa de todos los países del continente, para su ulterior liberación.
Para que la figura de Bilbao y sus ideales, que vivió de manera intensa, nos resulten más familiares, les cuento  - es decir les relato para invitarlos a escribir y leer sobre él- que Bilbao fue un excéntrico genial, tal como con anterioridad lo había sido el más grande de los intelectuales independentistas, Simón Rodríguez, autor de la frase “O inventamos o erramos”. Discípulo de Andrés Bello y José Victorino Lastarria, Bilbao a los veintiún años fue expulsado del Instituto Nacional de Chile, en donde estudiaba, porque su primer libro, Sociabilidad chilena, desató un gran escándalo. Después del juicio por desacato a la autoridad, se vio en la necesidad de dejar su país y, exiliado, viajó a Francia, donde entró en contacto  con los movimientos republicanos, socialistas y de liberación nacional italiano y polaco, participó en la Revolución de 1848 y se acercó a Michelet, Quinet y Lamennais. Después de la represión contra la Comuna de París, Bilbao regresó a esa América que él antes que los ideólogos de Napoleón III llamaría Latina, muy decepcionado por el fracaso de las promesas universalistas de la Revolución Francesa. De regreso a Chile, Bilbao junto con Santiago Arcos fundó una de las primeras organizaciones del socialismo latinoamericano: la Sociedad de la Igualdad, muy crítica ante la tibieza del liberalismo de los partidos existentes.
También llamada en ocasiones Sociedad de los Iguales, ésta elaboró una crítica a la estructura jerárquica de los partidos de la época y propuso la creación de células autogestivas de escritores, artistas y obreros para que impulsaran la discusión y se convirtieran en espacios para la educación popular mediante la lectura de los libros que se producían en el continente. Sus formas de manifestación eran totalmente pacíficas pero aterraban a los gobiernos continentales porque sus células de debate reivindicaban la centralidad de la cuestión social.
La Sociedad de la Igualdad creció rápidamente, multiplicándose por todo Chile y los países aledaños. Algunos liberales de partido acudieron a ella para conseguir apoyo popular para resistir a la candidatura presidencial del conservador Manuel Montt, lo cual asustó al gobierno que, en 1850, declaró ilegal a la Sociedad y persiguió a sus miembros. Bilbao se refugió en Perú y en Ecuador, donde participó en la revolución liberal de Alfaro, luchó contra la esclavitud, influenció con sus ideas a la primera generación de escritores románticos de Perú y escribió importantes textos de filosofía política acerca de la democracia directa y la organización colectiva.
Tras la derrota de Alfaro, Bilbao se vio nuevamente obligado a exiliarse y regresó por un corto periodo a Europa. Ahí fortaleció su convicción de retornar al ideal bolivariano de unidad latinoamericana y planteó la urgencia de una escuela común, lo cual lo llevó a escribir en apoyo a Benito Juárez, que resistía la invasión francesa y el imperio espurio de Maximiliano de Habsburgo, y a criticar duramente el racismo contenido en la ideas del presidente liberal argentino  Domingo Faustino Sarmiento, pues defendía el derecho a la propiedad de sus tierras ancestrales de las nacionalidades indígenas nómadas de Suramérica. Estando en Buenos Aires, murió súbitamente de una enfermedad cuando estaba en plena producción intelectual.
Bilbao y Simón Rodríguez son seguramente mis modelos de intelectual empeñado, lo cual me ha llevado a estudiar el enorme impulso que le dieron a la impresión de libros escritos en América en favor de su total liberación.
A casi dos siglos de su trabajo en favor de la educación, en México, al presentar el programa de los Paralibros, Laura Emilia Pacheco, directora general de publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, plantea la urgencia del rescate de los espacios públicos para fortalecer el tejido social, generando puntos de encuentro en torno a la lectura.
“Los lugares no son azarosos: contamos con la experiencia de Héctor Chávez —director de la Red de Librerías Educal—, quien tiene localizados lugares donde no hay librerías ni bibliotecas, entonces queremos acercarnos a esos sitios”, dijo en septiembre de 2011.
De hecho, el programa de los 320 Paralibros que se han instalado en México tiene que ver precisamente con la voluntad de acercar cualquier ser humano a ese instrumento de liberación que es el libro. Responde, por lo tanto, a la posibilidad de hacer de un lugar público el espacio de un encuentro entre las personas diversas que conforman una sociedad que tiene derecho a vivir en paz. Festejemos, por lo tanto, esta propuesta práctica de fomentar el hábito de la lectura en los horarios de la cotidianidad laboral, pues funcionan de martes a domingo, de 10 de la mañana a 7 de la noche, con un mínimo requerido de cuatro horas de servicio por jornada.
Ahí donde la lectura se vuelve cotidiana, el tiempo adquiere nuevamente su dimensión, las tardes se alargan, las personas se detienen antes de cometer un acto de violencia, la alegría se expresa en sonrisas compartidas y el miedo queda circunscrito al texto de horror.