domingo, 6 de febrero de 2011

Una terrible interrupción en este viaje

La Paz, 4 de febrero de 2011

Queridas y queridos amigos, vamos a interrumpir este viaje por la Pachamama, nuestra América querida, cuyo suelo acariciamos con nuestros pies viajando. El papá de Helena, el pintor y amigo Guillermo Scully, ha muerto esta mañana de un infarto. Helena no puede entener el por qué, por qué, por qué su Corpolito se le ha ido. No entiende por qué no tuvo el tiempo de escuchar todo lo que ella ha aprendido en este viaje y quería contarle, por qué no tuvo tiempo de enseñarle a pintar. Por qué si ella lo amaba tanto. Por qué no pudo alcanzarnos como pensaba hacer en Buenos Aires el 5 de marzo, para festejar juntas sus 50 años. Pensamos que debemos ir a despedirnos de él, mandarle un mensaje de paz, de luz, de amor. Mañana por la noche estaremos en México y estaremos ahí hasta despedirnos de él, de su tierra, de nuestras parrandas, de su sonrisa, de la intensidad del movimiento que sabía plasmar en sus cuadros.

Ciudad de México, 6 de febrero de 2011
Mis queridas y queridos amigos amados:
el viaje de La Paz a la Ciudad de México ha sido un doloroso camino de aprendizaje. Helena no podía entender, no deseaba hacerlo, no quería aceptar que su padre había, está muerto. Hemos debido detenernos en varios aeropuerto (Santa Cruz, Panamá) donde en las largas horas de espera se asomaba la negación ("está en el hospital", "es una broma de pésimo gusto porque tiene ganas de volvernos a ver") o donde se manifestaba una pena muy honda porque con sus cortos 49 años Guillermo no tuvo el tiempo de terminar de enseñarle a pintar y de mostrarle todas las cantinas, todos los cafés, todas las galerías, todas las calles de su muy amada y muy pateada ciudad de México. 
 
Cuando llegamos a la ciudad,al ver que Tibas y Ruth fueron por nosotras, Helena se quebró. Lloraba y lloraba. Mi pequeña adoraba a su padre y me dijo que esta es la primera vez en que él no iba a ir por ella al aeropuerto a su llegada de un largo viaje y que nunca más iba a hacerlo. Me dijo que para ella ya no existía eso de volver a casa, porque "eso" significaba volver donde papá.
 
Al llegar a la funeraria el dolor ha sido intensísimo. Helena se ha abrazado al ataud del padre y ha llorado durante horas. Y todas las personas presentes, casi 200, hemos llorado con ella.  Su dolor se le vía en el físico, su cuerpecito delgado temblaba y se retorcía.  Por suerte las tías y los tíos, sus amados primitos, en especial Hugo, sus amigas y amigos, Coquena, Isabel y Mariana, su amada Susan, la maestra de preprimaria, la han abrazo mientras lloraba, dejando que se desahogara pero sosteniéndola. Luego vinieron los músicos y hemos bailado y cantado en honor de Guillermo.
 
A las 11 de la noche se han llevado a Guillermo para el crematorio. Helena se abrazó del ataud, no quería no volver a ver a su padre. Aquello ha sido terrible.
 
Nosotras hemos dormido donde Ruth esta noche. Ninguna quería dejar sola a Helena, queríamos a la vez que hablara, que riera, que se sintiera apapachada y que descansara. Las cenizas de Guillermo han dormido con nosotras, en la sala con un vaso de agua y una luz para su camino.
 
La verdad es que la presencia de Ruth le hizo un gran bien a Helena. Como dijo Julieta en La Paz, Helena tiene muchas amigas, madres, una entera familia feminista que la rodea y la ama. Ahora duerme. Cuando despierte nos iremos a estar a la casa de Guillermo, ya que la nuestra la hemos rentado pensando que este año de viaje nunca se interrumpiría por un hecho tan dramático.
 
Para ella ha sido un enorme consuelo saber que su padre era muy amado, que sus amigos estaban ahí, que le había dejado una herencia de amor que ahora la enriquece. Parece ser que, mientras nosotras volábamos, casi 1000 personas llegaron a despedirse de Guillermo; su hermanita Gisela estaba aturdida del dolor y la confusión.
 
No sé cuántos días nos quedaremos en la Ciudad de México. Yo debo y quiero terminar mi recorrido por Abya Yala con Helena, queremos volver a La Paz con la hermana Julieta, querida, fuerte, que nos ayudó a iniciar este terrible viaje. Pero siento que el duelo de Helena es en este momento lo primero. No sé cuántas cosas habrá que hacer ahora, intentar no perder la casa de Guillermo, que había sido la de los abuelos, y que él no había terminado de comprar. Deberé rastrear los cuadros que Guillermo dejaba en diversas galerías (y él ni siquiera guardaba los recibos.... el último pintor romántico de la Ciudad de México).
 
Y sobre todo me toca sostener a mi bella, dulce y buena hija que nunca hubiera imaginado huérfana a los 16 años.
 
El martes por la tarde vamos a hacer un ritual de paz, para que el camino de Guillermo sea de luz, con nuestra amada Irma. Si quieren acompañar a Helena con sus meditaciones, buenas intenciones, rezos y afectos desde donde están...