domingo, 17 de octubre de 2010

Entre Salgari y Johnny Depp

Aterrizando

Eso de haber crecido entre historias de piratas, contadas, leídas, vistas en películas; saberse diálogos enteros de los corsarios cuando se enamoran o van a asaltar el barco del horrible comodoro que los persigue, retener nombres de lugares como mitos: Portobelo, Bocas del Toro, y luego caminar por las calles del Casco Viejo de Panamá, mirar el otro lado de la bahía y creer que bien puede ser Shangai cuando en realidad es Panhattan...

A tres cuadras del hostal, un bus pintado con figuras metafísicas (watever it means), al caer la noche, se para entre gritos de pasajeros. Un taxi se le para al lado, baja el chofer, deja las puertas abiertas. De repente un chavito se escapa del bus. Es flaco, tiene piernas largas, corre. Un panzón se baja, saca una pistola, tira al aire. Otro hombre lo alcanza. Grita, dice que hizo bien en disparar, ojalá lo hubiera matado al ldronzuelo desgraciado. Bajan más tipos. El griterío crece en intensidad, se convierte en algo enorme. El muchachito vuelve con un bate de beis, golpea un faro del bus, lo persiguen los pasajeros airados. Poco a poco todo cae en la calma. No pasa nada, no pasa nada. Es que intentaron robarle a una señora que se dio cuenta, gritó, y todos quisieron linchar al ladroncillo, me explica un muchachito.
Un policía llega en moto, dispersa a todos, váyanse, váyanse. Nos explica que lo que acabamos de ver es normal, sucede a cada rato, no debemos preocuparnos. La verdad es que no nos preocupamos ni nos asustamos: el teatro le ganó a la sensación de peligro.
Luego nos vamos a cenar.
La mañana después descubrimos que tenemos algo de dinero. La cámara de Helena: no tenemos dudas. Cámara que ahora tiene nombre -Axa- y un lugarcito en el corazón de esta fotógrafa profesional que se hace en el camino.


Helena y yo comprando la cámara: Canon EOS     rebel T1

Finalmente aparece Urania Ungo. Acaba de volver de Barcelona. Corremos a su casa. Ay, de mi amiguita, siempre tan brillante!!! Hablamos y hablamos y hablamos. Para la dos hacer filosofía es hacer algo. Helena nos saca fotos, con tan mala suerte que a la hora de pasarlas a la computadora de Ura un virus le pega a la tarjeta y las cancela todas.

Por las calles, en cualquier momento podrían aparecen el Corsario Verde, el Rojo o el Negro. En realidad, yo preferiría ver a Johnny Depp. No, me equivoqué: el Verde. No, mejor su abuelita.