martes, 28 de septiembre de 2010

CABAL, CHEQUE, PURA VIDA

HONDURAS DESDE EL AUTO DE ZOILA
¿Cómo decir en mexicano lo que es cabal en Guatemala, cheque en Honduras y pura vida en Costa Rica? ¿Cómo expresar algo que es una síntesis para decir que todo está bien, que se puede aguantar y que nos da fuerza para seguir, mezcla entre órale, chingón y de acuerdo? Es que Honduras está cheque porque en cualquier rincón de este país surgen formas de responder a la brutalidad de los ricos y la estupidez de los militares que dieron el primer golpe de estado de la era neoliberal.
Ante el poderío de la familia de Efraín Duarte Baires, profesor pedófilo, es decir acosador de menores, del Instituto Dr. Genaro Muñoz Hernández de  Siguatepeque (Ciudad de las Mujeres, la bautizó un nahuatleco perdido por ahí), los estudiantes se pusieron en huelga. Las cuatro muchachas acosadas hasta la molestia lo denunciaron, denunciando de paso que sus amiguitas, amiguitos y el director de su instituto, Melvin Adalid Martínez, por defenderlas están enfrentando amenazas de muerte, llamadas a la policía y el sindicato magisterial. Es que los sindicatos se niegan a entender que el acoso sexual es un delito, que toda mujer o niña/o vale lo que un macho adulto y que el machismo en estos países pobrecitos es tan jodido como el hambre, explica el papá de Melissa, don Joaquín, desde lo alto de sus 70 años, de los cuales 48 años en la docencia y la dirección escolar.
La familia del acosador tiene militares y abogados entre sus miembros. Las madres de las estudiantes son humildes. Cheque: nadie se va a rendir ni va a aceptar buenas notas para una beca a cambio de retirar la denuncia.
Estamos dándole la vuelta a Honduras. Zoila nos ha prestado su auto, que ella no usa porque estacionar en Tegucigalpa es demasiado complicado. Ni hablar de manejar por sus calles. Es que en el antiguo cerro de plata (Tagus Galpa, en lengua lenca, eso significa) se abren boquetes, se hunden avenidas, se caen estadios.
Cheque. Zoila es generosa como los frutales hondureños y lo que tiene lo comparte.
Y cabal, salimos de Tegucigalpa. Llegamos a Comayagua, la segunda capital de esta provincia de Honduras que, según los jesuitas del siglo XVIII, muchos de ellos mexicanos, era la provincia más pobre del imperio español en América. Probablemente por caliente, digo, pero mis comentarios contra el pegosteoso y sucio calor del trópico les caen muy mal a Melissa y Helena que son iguanosas. Podrían moverse en el mundo anfibio de los 40°. Podrían comer y bailar en él. Yo mal sobrevivo al calor sólo si no hago nada. Nada quiere decir nada: pensar es una actividad que en el calor me es imposible.
Comayagua es bella. Colonialona, pues. Cualquier idiota de la secretaría de turismo en México la convertiría en “pueblo mágico”. Así se matan los más bellos pueblos de México: plástico sobre estética pura, frenesí alcohólico de tarde de sábado para hijos de papá narcos o panistas. Todo da igual, todo se vende, todo es historia para el mercado, sea cultura nahua, chichimeca o ñañú la que subyace a las piedras: Zacatecas, Real de Catorce, Xico, Real del Monte, Malinalco, Coatepec….
Y Gracia, en el departamento de Lempira, es todavía más bella. Fue la primerísima capital de esta provincia de la otra Capitanía General de Guatemala. Claro, sus cas y jardines han sido recuperados por el cooperativismo español, por la Junta de Andalucía, por lo que sea neocolonialismo con rostro buenaonda que tape las maldades de Bilbao Vizcaya, Telefónica o Repsol.
Cheque: en Honduras toda la resistencia sabe lo que es neocolonialismo. Su otro nombre es irrespeto.
Y en la fría Intibucá, deliciosamente verde, llena de coníferas, con hongos sabrosísimos que crecen bajo las coníferas, el pueblo lenca se organiza, discute, se pasa la palabra, construye comprensión de la realidad al observarla juntas y juntos, mujeres y hombres, sabias, niños, campesinas, dirigentes, cargadores de leña, curanderas. No se puede hacer ningún cambio si no se combate a la vez la miseria, el machismo y el racismo, dice Berta Cáceres, dirigente de su pueblo, integrante de él. Pelea contra las represas, contra la privatización del uso de los recursos hidráulicos, contra los cortes de carreteras, contra la idea que el progreso es una buena cosa. Hija de la que fue la primera presidenta municipal de Esperanzas, mujer y lenca, quien antes y después de su cargo político fue partera y trajo más de 4000 niñas/os al mundo obligando a los padres a asistir al parto porque “sólo conociéndolas los hombres van a aprender nuevamente a respetar a las mujeres, como antes de la Colonia”, pues hija de ese mujerón Berta es otra bruja lenca capaz de prever que del diálogo se organiza una sociedad más justa que la actual.
Y del frío al calor, pasando por valles donde hay lagunitas de donde con cada tormenta salen disparados peces que llueven en Yoro; pasando por árboles frutales, cooperativas campesinas, ventas del mejor café de Centroamérica (sí, mil veces sí: en Honduras se bebe buen café). Hasta la costa atlántica donde en 1797 llegaron esos garífunas libertarios, que son caribes y son negros, sin poder renunciar ni a una mínima parte de su ser mestizos fuera de todo control.
En Tela, en Ceiba en Cirigoya, las y los garífunas construyen una salud para todos y todas. Médicos  formados en Cuba que saben que el derecho a la salud es un derecho humano y por lo tanto no puede venderse ni comprarse, debe garantizarse. Luther Castillo dirige el Hospital de Cirigoya, lo hace desde la libertad. Lo acompañan estudiantes que van y vuelven de Cuba, que nunca tuvieron la oportunidad de estudiar en ningún otro lugar de América Latina y ante los cuales llegan ganaderos que lloran de dolor y que ellos y ellas atienden. El hospital se mantiene de donaciones, también la de las estudiantes del Seminario de Feminismo Latinoamericano de la UACM, donación chiquita chiquita, es bien aceptada y conmueve. Es que los pueblos tenemos todos algo en común, dice Luther.


 Fran y Meli


Zoila del carro.




 Calles de una Hondura derrumbada por las lluvias. (La Esperanza y carreteras).
Los zapatos criticados por todos pero amados por mi.



 Primer Hospital Popular Garífuna de Honduras en La Ceiba